Secundaria
Seudónimo: Bri
Era una noche estrellada en Roma. Alejandro regresaba a casa tras jugar fútbol todo el día. Al llegar, acarició brevemente a su perro, Ares, y subió a su cuarto a descansar. Poco después, su madre lo llamó para que bajara a cenar. Al terminar, le pidió que sacara a pasear a Ares. Apenas abrió la puerta, el perro escapó, y Alejandro salió corriendo tras él. Tras quince minutos de persecución, Ares se adentró en un bosque espeso, donde, inesperadamente, ambos se desmayaron.
Al despertar, Alejandro y Ares llevaban máscaras. Alejandro intentó quitarse la suya, pero una voz profunda y extraña le aconsejó que no lo hiciera. Al voltear, se encontró con una figura sorprendente: una mujer, pero con una piel de hojas y ramas, como si la propia naturaleza le hubiera dado forma. Asustados, intentaron huir, pero la mujer les dijo: “Esperen, no soy un monstruo. Fui humana como ustedes, pero un accidente me transformó en mitad planta, mitad mujer”.
A medida que hablaba, Alejandro sintió curiosidad. Le preguntó su nombre y por qué llevaban esas máscaras. Ella le explicó que se llamaba Layla, y que estaban en el Bosque Encantado, un lugar invisible para la mayoría de los humanos, lleno de criaturas mágicas y secretos antiguos. Las máscaras, continuó, eran necesarias para protegerse de los hongos tóxicos del bosque, responsables del desmayo de ambos. Layla, al encontrarlos inconscientes, les colocó las máscaras para salvarlos.
Intrigado, Alejandro quiso saber cómo era posible que nadie conociera el bosque. Layla le explicó que solo puedes encontrarlo si alguien te cuenta sobre él o si el propio bosque decide revelarse. Después, los invitó a conocer su mundo mágico. Alejandro y Ares siguieron a Layla y, asombrados, contemplaron seres extraordinarios: trolls de piedra, plantas carnívoras danzantes y otros habitantes singulares del bosque. Allí conocieron también a John, el guardián, quien cuidaba del bosque y aseguraba que el equilibrio mágico permaneciera intacto.
Sin embargo, mientras exploraban, un sonido rompió la tranquilidad. Un soldado vestido con un traje futurista apareció de repente y atacó a Alejandro. Todos intentaron escapar mientras John se enfrentaba al soldado, pero el traje tecnológico del intruso lo hizo invencible, dejando a John inconsciente. Alejandro, Ares y Layla se ocultaron, pero el soldado los encontró y se llevó a Alejandro.
Alejandro, confundido y asustado, le preguntó al soldado quién era y qué deseaba de él. En un tono grave, el soldado le explicó que era un viajero del tiempo, enviado para borrar sus recuerdos, pues, en el futuro, Alejandro revelaría la existencia del bosque, atrayendo cazadores que devastarían aquel lugar sagrado y acabarían con todos sus habitantes. A punto de cumplir su misión, el soldado fue interrumpido por Layla y Ares, quienes lograron quitarle el casco. Fue entonces cuando Alejandro descubrió, para su asombro, que el soldado era él mismo en el futuro.
Al despertar, el Alejandro del futuro explicó cómo, al salir del bosque, no pudo resistir el impulso de contar a todos su experiencia mágica, causando la invasión humana y la destrucción del bosque. Los humanos, en su afán de explorar y dominar, cazaron a las criaturas, y Alejandro fue torturado hasta revelar el escondite de Layla y John, lo cual concluyó en su muerte. Tras oírlo, el joven Alejandro comprendió la gravedad de su destino y prometió guardar el secreto del bosque. Su yo del futuro, sin embargo, insistía en que era mejor asegurar el silencio borrando sus recuerdos.
En ese momento, Alejandro se liberó y, cuando su yo del futuro intentaba borrar su memoria, despertó en su cama, con el corazón acelerado. Su madre lo llamó para cenar, pero esta vez no le pidió que sacara a Ares. Al recostarse en la cama, preguntándose si todo había sido un sueño, sintió una suave brisa y, por un instante, vio los espíritus de John y Layla, susurrando: “Haz lo correcto”. Alejandro comprendió entonces que había recibido una segunda oportunidad para proteger el Bosque Encantado y su misteriosa magia.
FIN.