Título: LA HORA DE DORMIR
Categoría: Abierta
Género: Cuento
Pseudónimo: Desnochada
Suena fácil la llegada de la hora de dormir, pero es más complejo de lo que uno cree. En mi caso, antes de poderme ir a dormir cada noche, tengo que preparar el desayuno del día siguiente, darle de comer a los gatos, sacar al perro a pasear, terminar el presupuesto de algún cliente y desmaquillarme.
Voy a la despensa por la comida de los gatos, pero al entrar ahí, se me olvida a que iba y mejor me regreso a la cocina por unas galletas, pero el maullido de los dos gatos me recuerda a que iba a la despensa. Regreso a la despensa y veo que la caja de cereales está abierta, y como eso puede atraer hormigas voy de regreso a la cocina por unas pinzas para cerrar la caja, y nuevamente se me olvida la comida de los gatos. Su maullido nuevamente me lo recuerda. Por tercera vez, voy a la despensa, pero esta vez me concentro en lo que tengo que hacer, y logro sacar los sobres de comida para mis amigos felinos. Cuando estoy por abrir sus sobres de comida, suena mi teléfono. Es mi mamá, que no se me olvide llevarle pastel a mi hermana por su cumpleaños. De nuevo los gatos maúllan. Finalmente abro sus sobres y logro darles de comer.
Tengo que pasear al perro, pero no encuentro su correa. Busco por toda la casa, y la encuentro debajo de la cama porque el gato se la llevó a esconder a lo que para él es su guarida. Me agacho para sacar la correa del perro de abajo de mi cama y al levantarme me pego en la cabeza con la base de la cama. Enojada y adolorida voy a la cocina por hielo. Saco el hielo del congelador y me lo pongo en el golpe, pero por el tiempo perdido en este evento, el perro se hace pipí en mi tapete y empieza a ladrar muy enojado. Sus ladridos hacen que se asuste uno de los gatos que no había acabado de comer y por el susto, patea el plato de su comida el cual sale volando a la sala esparciendo toda la comida en las paredes y dejando un asqueroso olor a toda mi casa.
Trapeo, barro, limpio la pipí del perro, prendo velas de olor y finalmente ahora si espero poder seguir con mis pendientes de la hora de dormir. Y al perro ya no lo voy a sacar a pasear, pues al fin ya hizo pipi.
Paso a mi baño para desmaquillarme cuando me suena el teléfono nuevamente. Esta vez es mi hermana que si puedo cuidar a sus hijos al día siguiente por solo dos horas. Le digo que sí arrepintiéndome en el segundo que escuché mi propia respuesta. No sé porque me meto en tantas cosas, por eso nunca puedo dormirme a la hora que debería.
Procedo a desmaquillarme, pero se me acabó la crema desmaquillante. Es justo por eso que no me gusta maquillarme, pero esta sociedad exige a las mujeres vernos arregladas. Uso el jabón de manos para desmaquillarme y lo único que logro es hacerme un rash en la cara. Pienso que mi vida sería más fácil si fuera hombre.
Ahora sí ¡llegó la hora de dormir! Me dirijo a la cama para dormir lo que queda de la noche. Entro a mi recámara felizmente y camino hacia mi cama, levanto mis cobijas y veo un pequeño regalo que me dejó mi perro. ¡¡¡Es el perico muerto de mi vecina!!! Yo sé que Lucky mi perro seguidamente se mete a casa de mi vecina y juega en su jardín, pero jamás me imaginé que pudiera abrir la jaula del perico, atraparlo y llevarlo hasta mi casa. Lo raro, es que el pobrecito animal, cuya vida terminó en las quijadas de un salvaje Pomeranian, estaba sucio de tierra. Eso por ahora no importaba; estoy en problemas pensé. ¿Como le explico a mi vecina que mi perro mató a su perico?
Mi vecina es una señora de edad avanzada, casi sorda y cuya única compañía era su perico.
Tengo un plan. Si le limpio la tierra al perico y entro a casa de mi vecina por la ventana de la cocina ella no se dará cuenta porque casi no escucha, y estará dormida y así devolveré el perico a la jaula. Al menos mi vecina pensará que su mascota murió de causa natural y no que mi perro lo mató.
Siguiendo mi plan, sigilosamente entro a casa de mi vecina, abro la jaula y regreso al perico muerto a su jaula.
Listo. Me regreso a mi casa y ahora sí a dormir. Al fin llegó la famosa hora de dormir.
A la mañana siguiente algo mareada por la falta de sueño, me voy a trabajar y como a medio día recibo una llamada del guardia del fraccionamiento donde vivo para contarme que a mi vecina le dio un infarto y no tiene familia que la acompañe en la ambulancia al hospital. Hago toda clase de conjeturas mentales y un poco por culpa y otro poco por humanidad decido pedir el día en el trabajo y acompañar a mi vecina. El infarto fue diafragmático pero los médicos lograron salvarla solo que se tenía que quedar en observación unos días.
Al tercer día después del incidente decidí regresar al hospital para ver como seguía la enferma y hacerle algo de compañía. Pobre mujer, no aguantaba por contarme lo sucedido. Soy todo oídos le dije. “Hace tres días”, me empieza a platicar, “falleció mi perico. Le pedí al jardinero de nuestra privada que me ayude a enterrarlo para darle un final digno. Juntos el jardinero y yo enterramos a Piwi mi perico pero”, me susurra al oído, “¡al día siguiente del entierro el perico apareció nuevamente en su jaula!”
“¿Tú crees que el perico resucitó?” me pregunta “no sé” contesté. Continúa, “pero eso ocasionó que me infartara. No entiendo Ccmo regresó el perico a su jaula “
En ese momento solo puedo pensar en Lucky. Condenado perro. ¡Desenterró al perico!
¿Qué le contesté a mi vecina? Es un secreto que me guardaré hasta la tumba, pero que me perseguirá cada noche a la hora de dormir.