Mi bomba

CATEGORÍA: PREPARATORIA
GÉNERO: POESÍA
TÍTULO: MI BOMBA
SEUDÓNIMO: PALERMO

 

La bomba es un silencio a cualquier costo.

Explota sin gran aviso.

El latido que se agita en mi pecho,

explota todo en silencio.

Es un grito ahogado de noche.

Si observamos con cuidado,

lo vemos acechando.

El estallido que esconde,

tal como la sombra del curioso niño.

Pequeñas espinas que marcan el tiempo,

esperan a que detonemos.

Mi bomba es tan pesada como el plomo.

No sé ni cómo puedo cargarla,

pero menos sé cómo desactivarla.

Mares de agua salada corren por mi cara,

fluyen como un río caudaloso.

Todo mi mundo tiembla,

no hay eco de la alerta.

¿Acaso todos duermen?

Mi cabeza está atrapada en un laberinto.

Busco la flor más bella entre la maleza,

el tulipán que no se encuentra.

¿Yo? Yo estoy atrapada.

Conozco esas voces,

me llaman prometiendo la salida.

Las puertas siguen cerradas,

y duele tanto que no sé cómo detenerlo.

No existe venda que alivie mi dolor.

No puedo ni explicarlo, me duele mucho.

Una espina me trae de regreso a la realidad.

Este dolor no es incógnito.

Puedo cuidarlo y sanarlo. 

Otra historia que se cuenta con cicatrices.

Como una blanca hoja de papel,

corto en dos lo que muchos no pueden ni morder.

Marcas que se quedan,

historias propias, de otras bombas.

Hay que respirar,

recuerdo el tres, dos, uno.

Hay que desactivar la bomba.

¿O ya es muy tarde?

El aire se detiene,

nada entra, nada sale.

Una muralla que se crea en mi pecho,

el mundo grita en mi silencio.

Lo siento, mi cuerpo lo pide a gritos,

sin embargo, la angustia calla todo sentido.

Cualquier cosa que alguna vez pude haber querido.

Dejar de respirar, suena tan tentador.

El piso frío que me ancla de regreso a la vida,

una gran bocada de aire

y la realidad regresa.

¿Qué pasa? ¿Qué tienes? ¿Estás segura?

Solo él pisa mis pensamientos.

La luz en mi ruidosa tormenta.

La cuerda que mantiene mi realidad.

            ¿Será que no vale la pena?

            ¿Será que vale la pena seguir luchando?

            En cada latido, en cada lágrima.

            En cada marca de otra bomba.

¿Estoy segura de que apagar todo no es la mejor opción?

Mi piso no temblaría más,

las tijeras irían de regreso a su cajón.

Así no detonarían más bombas.

Y él podría dormir tranquilo y sin pensar en nada.