Una oportunidad más

Título: Una oportunidad más
Categoría: Cuento – Infantil B
Por: Luna

Hay un angosto túnel que nos dirige a unas cabañas en donde esperamos a papá. Cada domingo, mi mamá nos lleva ahí a mí y a mis hermanos. Ella no se queda. Este lugar tiene muchos salones: unos para comer, otros para jugar, otros para ver la tele y muchas cosas más. También tiene un jardín con muchos juegos. Venimos aquí por una razón: mi papá nos quiere, pero no sabe cómo demostrarlo.

Mi corazón siente mucho y siente de todo: tristeza cuando mi papá no toma buenas decisiones, por el divorcio de mis papás o cuando me regañan; enojo cuando mi papá me insiste en hablar con él por teléfono y yo no quiero; felicidad cuando mi mamá logra comprarnos un regalito o un dulce, cuando tengo tiempo de ver una película emocionante o cuando juego con mis hermanos o mis muñecas. Yo dejo que mi corazón sienta de todo.

La gente dice que los niños no tenemos buena memoria, pero yo creo que tengo en mi mente más pensamientos que cualquier adulto. Recuerdo que mi papá hace mucho tiempo nos llevaba al parque, después de su trabajo jugaba con nosotros, en las noches nos acostaba, y tengo un montón de cosas más guardadas en mi corazón. También recuerdo que eso cambió por completo un día.

Una noche, mi hermano mayor y yo nos dimos cuenta de que mi papá no se fue a dormir con mi mamá, además, cada día se peleaban más, hasta que llegó el momento en que nos juntaron a todos y nos dieron la noticia que ningún niño quiere escuchar jamás: ¡se separaban!

Desde ese momento nos distanciamos un poco de mi papá, lo veíamos sólo los martes y los jueves. Esa fue la época en que conocí cómo mi corazón puede sentir dos cosas al mismo tiempo: tristeza porque mis papás ya no estaban juntos como antes y tranquilidad porque mi mamá ya no lloraba.

Una vez nos quedamos un fin de semana a dormir en la casa de mi papá. La primera noche estuvo normal y tranquila, pero la segunda fue todo lo contrario. Lo que pasó fue que mi papá usó toda la fuerza de su cuerpo contra mi hermano… ustedes ya se imaginarán. Mi hermano salió corriendo al baño para esconderse y yo lo seguí, no me iba a quedar así como boba. Cuando llegué a donde estaba mi hermano, lo vi entre el lavabo y la ducha y, es que, en la casa vieja de mi papá, había un escondite entre esos dos lugares. Cuando lo vi ahí, él estaba usando su celular para marcarle a mi mamá.

—¿Por qué estas usando el celular? —le dije un poco nerviosa.

Me explicó que él y mi mamá tenían un plan por si mi papá usaba su fuerza sin control.

—¿Cómo sabías que él iba a hacer eso? — le volví a preguntar.

Él me respondió que desde un principio no quería venir aquí, pero mi mamá le dijo que al menos lo intentara, así que armaron un plan por si las cosas no salían bien. También me suplicó que no le dijera a mi papá en dónde estaba, pero… ¿ustedes creen que yo lo voy a delatar?, los hermanos estamos para ayudarnos. En cuanto le dije que yo jamás haría eso, noté una sonrisa en su cara y eso a mí también me puso feliz.

Unos minutos después, mi hermano le dijo a mi mamá que mejor no fuera, porque si iba, nuestro papá se iba a enojar más. Lo único que pude hacer fue esconder un rato a mi hermano en mi cuarto.

Llegó un límite para visitar a mi papá, él no sabía cómo controlar su fuerza y por eso estamos aquí en esta cabañita esperándolo. Yo no soy doctora, pero creo que mi papá tiene una enfermedad que muchos adultos tienen: no saben sentir, quieren estar todo el tiempo felices, pero por dentro, están tristes o enojados y cuando no pueden más, ¡explotan como un volcán! 

Ahora me queda muy claro por qué este lugar dice allá afuera “Centro de Convivencia”, mi papá no sabe cómo convivir y aquí le enseñan, no sólo a él, también a nosotros.

La verdad es que no nos encanta venir, pero es mejor eso que verlo en su casa. ¿Han visto la película de Hércules cuando es joven y no sabe qué hacer con su fuerza?, pues eso es lo que le pasa a mi papá con sus emociones. Aunque él se equivoque y aún no sepa controlarse, yo confío en que algún día podrá; no sé si sea muy pronto, pero no pierdo la esperanza.